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Testimonios



Familia Collado Mocelo
México, D. F.

Mediante el presente testimonio queremos compartir la experiencia que tuvimos en Roma el día 3 de Junio del 2007.

Somos seis hermanas, Julia, María del Carmen, María Isabel, Lucia, Luisa y Claudia Collado Mocelo, nosotras somos muy devotas a San Pío de Pietrelcina. Nuestra visita a Roma fue debido a la celebración de la Canonización de la hoy Santa María Eugenia de Jesús, fundadora de la Congregación de las religiosas de la Asunción, y como nosotras somos ex alumnas de dicho colegio en México, fuimos a participar de tan gran evento.

Sin embargo teníamos una doble intención, la primera la nombrada anteriormente, y la segunda visitar San Giovanni Rotondo para encomendarnos a San Pío y darle gracias por todas sus intercesiones.

Pero el itinerario del viaje nos impidió la visita, a pesar de la gran ilusión que teníamos por estar ahí. Así pues, el día en que estuvimos en el Vaticano, María del Carmen tomo una foto a la Tumba de San Pedro, entre muchas otras. Regresamos a México y a los pocos días nos enteramos que a nuestro  padre (el cual fue el que nos invitó dicho viaje), le descubrieron un tumor de cáncer en el pulmón. Dos días antes de la operación, por coincidencia, María Isabel estaba viendo de nuevo las fotos del viaje a Roma y cuando vio la foto de la Tumba de San Pedro claramente se percato que ahí se encontraba la imagen de San Pío. Para toda la familia esto fue algo insólito, maravilloso pues ya habíamos visto las fotos y no nos habíamos dado cuenta del acontecimiento, y sobretodo justo antes de la operación pasó esto, nosotras le encomendamos con mucho fervor a San Pío la salud de nuestro padre, el cuál gracias a Dios y a su intercesión salió bien de la operación tan delicada. Sin embargo unos meses después volvió a aparecer otro tumor y éste lo trataron con quimioterapia, afortunadamente el cáncer se ha erradicado por completo y ahora él goza de buena salud.

Para nosotras esto es un doble milagro de San Pío; uno la aparición de su imagen y otro la curación de nuestro padre, y pensamos que a través de su imagen el realmente quiso decirnos que está con nosotros y podemos confiar siempre en él.

Gracias por permitirnos compartir este testimonio de vida y amor.

Diciembre de 2012

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Albina Jaramillo Escobar
Sauceda de la Borda, Zacatecas.

Somos una familia católica integrada por mi esposo, Jaime Tinajero, beneficiado por el gran milagro que a continuación voy a relatar, yo misma, Albina Jaramillo, y nuestros hijos Yesia, Jaime y Violeta.
A principio de marzo de 2000, mi marido enfermó gravemente y hubo que ingresarlo de urgencia en el hospital.

Su sistema inmunológico estaba muy debilitado; padecía unos dolores muy fuertes que le obligaban a permanecer postrado en cama entre gritos y lamentos.

En el hospital le hicieron todo tipo de pruebas: tomografías, radiografías, análisis de sangre y la pertinente biopsia. Diagnostico: "Metástesis de cáncer en los huesos".
Por más morfina que le administraban, tan sólo servía para calmarle el dolor durante tres o cuatro horas.

El médico, resignado, me dijo: "Señora, usted misma ve cómo está su marido; no podemos hacer ya nada más por él. Si tiene fe, rece".
Me asustaba pensar que mi esposo, de 38 años, pudiera dejarme viuda con nuestra hija pequeña, Violeta, de sólo dos años.
Pero, tres meses después de su ingreso, la cruda realidad acrecentaba ese temor: mi marido ya apenas comía, al borde de la muerte.
Uno de esos días, mi hermano Pablo, fraile capuchino, me dijo que rezase la novena al Padre Pío con mucha fe. Me entregó una estampa, la cual coloque en el cabecera de la cama de mi marido. También me regaló una biografía titulada Padre Pío, místico y apóstol, que leí junto a mi esposo en aquellos interminables días. Ambos rezamos juntos la novena con gran fervor. Yo misma oraba sin cesar, en medio de mi propia desesperación e impotencia, consciente de que él empeoraba cada día.
Extenuada, tras más de tres meses acompañándole día y noche, le dije al Señor: "Si no quieres dejarle aquí, llévatelo; pero si decídes que permanezca con nosotros, aliviano. ¡Dios mío, yo he aprendido que Tú siempre escuchas cuando se te pide algo con fe! ¡Ayúdame, por favor, pero que no se haga mi voluntad sino la Tuya!"

Al mismo tiempo, imploraba al Padre Pío su intercesión. Me agarre fuertemente a él, pidiéndole que tuviste compasión. Hasta que a finales de julio, el cáncer desapareció sin dejar la menor huella en las pruebas que los médicos, incrédulos al principio, le repitieron una y otra vez.
Es un verdadero milagro, admitió finalmente el doctor, preguntándome a que santo mu había encomendado. Le dije, por supuesto, que al Padre Pío.

En junio de 2010, cuando redacto esta líneas, mi esposo sigue en pie, trabajando con absoluta normalidad. Su milagrosa curación nos ha servido para acercarnos más a Dios y dar testimonio de que, cuando algo se le pide con fe, por difícil que resulte, Él siempre nos escucha.

Nunca agradeceremos bastante al Padre Pío -San Pillito, como lo apodamos cariñosamente en familia- lo que ha hecho por nosotros, ni le daremos a conocer lo suficiente. Pero él sabe cuánto le amamos. El 23 de septiembre asistiremos de nuevo a Misa en su honor. ¡Gracias, Padre Pío!



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Ricardo Guillermo Bravo Cacho
México, D. F.


Antes de presentar mi testimonio quiero hacer un reconocimiento especial al sexto sentido de todas las mujeres en el mundo, en esta ocación de manera especial al de mi esposa ya que ella gracias a el, intuyó o presintió que yo estaba enfermo y en varias ocaciones me pedio y en otras me exigió me hiciera algunos estudios clínicos o que visitara al doctor y después de casi un año de tanta insistencia y a regañadientes me realice los estudios.

Para esto ya era el mes de Junio, cuando me entregaron los resultados de los estudios clínicos, se detectó el Antigeno Prostático Específico total, que para los hombres de mi edad no debe de excederse de 5.3 ng/ml nos marcó que tenía 29.5 ng/ml más de 5 veces la lectura normal. Ante esta situación tan apremiante y la inflamación que se detectó en el lado derecho de mi próstata, se requirió se me realizara una biopsia, donde me encontraron células cancerosas que estaban en proceso de desencapsularse. Ustedes estarán de acuerdo conmingo que la palabra cáncer es una palabra muy fuerte y muy traumática, es una palabra que siempre la relacionamos con la muerte, y esta, es todavía es más fuerte y traumatica si te llegan a dicir que tu tienes cáncer

Se tuvieron que realizar otra serie de estudios para detectar que tan intenso tenía el cancer y fue que a partir de ese momento cai en una fuerte depresión y el stress hacía estragoa en mi, a tal grado que llegué a  perder más de 7 kilos en un lapso corto de tiempo, y al mismo tiempo tenía miedo de reconocer que yo lo padecía y hablaba de el con miedo como “mi enfermedad”, no me atrevía a decir que tenía cáncer por miedo y que si lo decía crecería más rapidamente.

Por nervios y por la depresión, cai en la desesperación y me hacía la clásica pregunta que se hace un enfermo “porque yo”, si me considero una buena persona, creo que no soy un mal esposo, soy buen padre, tengo mi apostolado en mi parroquia, ¿por qué yo?, lleguando al extremo de renegar de Dios. Hasta que un día  hablando con una amiga de mis hijos que me cuestiono mi actitud tan negativa por sufrir una enfermedad, me pregunto si me sentía superior a Jesús que habìa sufrido tanto en su martirio por nosotros, o a los santos como San Francisco y el Padre Pío que habían sufrido en carne propia el dolor de los estigmas de Cristo, o de cualquier otro santo, gracias a Dios esta comversación me hizo cambiar mi manera de pensar y el ¿por qué yo? lo cambie el ¿para que yo?.

 Poco tiempo después fui invitado junto con mi esposa por un grupo de jóvenes a participar en un retiro de Jornadas como Papás en representación simbolica de sus Padres, dimos una pequeña plática y después mi esposa dio nuestro testimonio como matrimonio y yo como una persona enferma, cuando hablé con ellos, me liberé del trauma del cáncer pudiendo decir por primera vez que padecía de cáncer, y a partir de ese momento empecé a sentirme libre de ese peso. Al mismo tiempo iniciaron los estudios para valorar el grado del cáncer y así determinar el tratamiento y la intensidad, que fue designado a base de las radiaciones.

Al principios del mes de diciembre de 2005, inició mi tratamiento, pero como coincidencia llegaron unas reliquias del Padre Pío a México, que por un tiempo recorrieron varias ciudades e iglesias de país, y el 10 de diciembre estas llegaron a la Iglesia de Piedra, que actualmente es su sede, fui invitado a pedirle al Padre Pío, al encontrarme frente a ellas, le pedí con mucha fe, su intercesión para tener una curación, no recuerdo el tiempo que estuve ahí frente a ellas, sin embargo se me hizo tan poco, pero a partir de ese momento empecé a tener una tranquilidad espiritual enorme, y tener una gran confianza de que me iba a curar por la intersección del Padre Pío.

Una semana después el 15 de diciembre, el Urólogo personal me mando hacer nuevos estudios del Antigeno Prostático Especifico y los resultados fueron increíbles de que hubieran bajado en tan poco tiempo de iniciado el tratamiento a 2.00 ng/ml, situación dificil de enteder pues, los estudios durante las radiaciones pueden mentir cresiendo hasta 10 veces los valores reales, es cuando a partir de ese momento hubo un descenso sistemático del antígeno, hasta llegar al rango de 0.00 en el mes de marzo de 2006.

Con este testimonio quiero hacer patente mi agradecimiento al grupo de voluntarios y de oración de mi parroquia, que algunos sin conocerme personalmente oraron por mi salud, y en forma muy especial mi agradecimiento y amor al Padre Pío que intercedió por mí ante Dios Nuestro Señor para encontrar la salud y cumplir la misión que me encomendó en la tierra de divulgar que por su gracia todos podemos sanar tanto del cuerpo por el espíritu.



*   *   *

Moncho Castillo

Tengo 33 años y siempre he estado apegado a la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, fui monaguillo, catequista y canté en el coro de la Parroquia San Francisco de Sales. Debo reconocer que me aleje un tiempo de la iglesia más nunca de Jesús; confieso q incluso despotriqué contra los sacerdotes en algún momento de mi vida, por rebelde y por egoísta. 

Mi novia siempre ha sido muy piadosa y ella todo domingo iba a misa con su familia y yo no quería ir. Ella me dio mi primer estampa de Padre Pío hace 4 meses y ahí cambió mi vida; al recibirla me inspiró mucho, le di un beso y la guarde en mi cartera. 

Vi una de sus películas y me encantó y mi novia me contó muchas anécdotas de mi querido Piuccio y quedé prendado de su obra y legado al grado que cada 15 días procuro ir a la librería Parroquial y he comprado libros, estampas, medallas, discos, dvd's porque más me enamoro de su vida y su obra. 

Testimonios de que me escucha: Gracias a Padre Pío yo ya voy a misa cada domingo, rezo mi rosario (el arma), hago ayunos y después de más de 15 años tuve mi primer confesión y le pedí al Padre Pío que fuera él quien me confesara mediante el sacerdote que estaba ahí y fue tal mi agrado que me enteré q quien me había confesado fue un obispo y me absolvió con las manos impuestas sobre mi cabeza. 

Soy músico, trovador y alguna vez mi novia me pidió que escribiera una canción de mucho amor, escribí "Eterno Peregrino" una canción dedicada a Padre Pío con todo mi amor y devoción y es donde viene otro testimonio de que Piuccio me escucha; escribo la canción un sábado y a la siguiente semana recibimos mi novia y yo por medio de un amigo una reliquia, un pequeño trozo de su hábito. Cuando rezamos, en ocasiones al besar la reliquia nos llega un olor a miel. 

Mi novia estuvo sin trabajo y tuvo una entrevista, le llamaron para decirle q se había quedado pero en otro puesto al q no iba y le ofrecieron que esperara un par de meses si quería entrar a la vacante para la que había postulado. Recuerdo que le dije "Ora, ten fe y despreocúpate, Padre Pío no nos niega nada porque somos sus hijos espirituales..." eso fue un viernes, hicimos oración y el lunes ya le estaban llamando dándole fecha para presentarse. 

Mi hermana se casó el pasado 26 de mayo; su esposo tiene una tía de 93 años q estuvo muy grave; le quitaron un trozo de intestino y ya andaba muriéndose; mi hermana me pidió q oráramos por su salud; si la voluntad de Dios era llevársela que lo hiciera pasando la boda para que la tristeza no se hiciera presente en esos días de felicidad. Hicimos oración, ayunos y rosarios y ayer (3 de junio) me avisaron que la señora ya estaba muy bien y ya andaba en una tienda departamental haciendo compras con sus hijos. 

Y el mayor testimonio que puedo decir es mi persona, q cumplí 33 años y fue mi año de conversión, regresé con más fuerza a la Iglesia, rezo, hago ayunos, voy a la Santa Misa y defiendo a los sacerdotes y a todas las mies del Señor y SOY FELIZ! Desde que me volví a acercar a Dios y que el Padre Pío ahora me ha llevado de la mano a la devoción de la Virgen soy un hombre nuevo y feliz y las cosas en mi vida me salen mejor. 

¿Por qué no he de amar a la orden de San Francisco de Asís q tanto me ha dado? Estoy agradecido eternamente con ustedes y con Padre Pío, me conmuevo siempre que hablo de esto hasta las lágrimas por la emoción que me da. Y cuentan conmigo como un aliado, mi novia y yo queremos ver siempre por la orden Capuchina y como bien dicen, ya sea con despensas, dinero y oraciones, estamos más que dispuestos. Paz y bien. Su hermano que los quiere.

¿Deseas compartir tu testimonio?
info@padrepiomexico.org

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